Los aviones de combate de 𝑠e𝑥ta generación, con un valor de aproximadamente 4 mil millones de dólares, se están convirtiendo en una gran preocupación para China. Estos aviones están diseñados para ser superiores a las generaciones anteriores, con tecnología avanzada como capacidades de sigilo, sistemas de sensores modernos y la habilidad de operar en redes.
El desarrollo y despliegue de estos aviones de combate no solo mejora la potencia militar de los países que los poseen, sino que también crea un desequilibrio en la región, amenazando los intereses y la seguridad de China. Países como Estados Unidos y sus aliados en la región pueden utilizar estos aviones para mantener una ventaja estratégica, presionando las actividades militares de China, especialmente en el contexto de las crecientes tensiones en el Mar de China Meridional y en la región del Indo-Pacífico.
El desarrollo de aviones de combate de 𝑠e𝑥ta generación también refleja la carrera armamentista de alta tecnología, lo que obliga a China a intensificar la investigación y el desarrollo de tecnologías militares más avanzadas para no quedarse atrás. Esto no solo afecta la estrategia militar de China, sino que también podría llevar a cambios en la política de seguridad y defensa del país en el futuro.