En una reunión clandestina que duró casi tres horas en su despacho de Madrid, Ábalos y su asesor, Coldo García, discutieron cómo minimizar el daño mutuo mientras se enfrentan a serias acusaciones de corrupción. A pesar de la presión, ambos decidieron no declarar ante el tribunal, lo que ha generado un alivio temporal en Moncloa, donde las alarmas estaban sonando esta semana debido a las posibles repercusiones políticas.