El centro de Madrid se encuentra en un caos total tras la incitación a la violencia por parte del presidente Pedro Sánchez. Lo que debía ser una celebración por la llegada de la Vuelta Ciclista a España se ha transformado en una de las jornadas más tensas de la historia del deporte español. Manifestantes han derribado vallas de seguridad y han tomado las calles de Gran Vía, Atocha y Paseo del Prado, interrumpiendo el recorrido final de los ciclistas.
La situación se descontroló después de que Sánchez instara a los manifestantes a boicotear el evento deportivo, un acto sin precedentes para un líder de un gobierno europeo en un contexto democrático. A pesar del amplio despliegue policial, que incluye tanquetas, las fuerzas del orden no han podido contener la marea de protestas que ha invadido el corazón de la capital.
La tensión se ha incrementado con confrontaciones entre ciclistas y manifestantes, mientras que los comentaristas de Televisión Española han calificado la situación de inédita. La Constitución garantiza la libertad de movimiento, y ninguna manifestación puede anular el derecho de los deportistas a competir ni el de los ciudadanos a disfrutar de un evento público.
Las cargas policiales se cuentan por decenas, pero el objetivo político de Sánchez parece haber sido alcanzado: desviar la atención de los escándalos de corrupción que lo rodean a costa de dañar la imagen de España. La organización de la Vuelta Ciclista se ha visto obligada a improvisar rutas alternativas para intentar salvar la última etapa, pero el desenlace sigue siendo incierto en un ambiente de creciente tensión y vergüenza internacional.
Sánchez ha dejado a España en una situación lamentable, demostrando una vez más que su retórica ideológica prevalece sobre el bienestar del país. La jornada continúa en desarrollo, y la incertidumbre reina en las calles de Madrid.