La música del merenguero Ruby Pérez, conocido por su inconfundible voz y carisma, se apagó trágicamente el pasado 8 de abril, dejando un profundo vacío en el corazón de sus seguidores y, especialmente, en su familia. Pérez, nacido en Santo Domingo en 1965, había alcanzado la fama en los años 80 como parte de la orquesta de Wilfrido Vargas y luego como solista con éxitos como “Volveré” y “Sobreviviré”.
El día de su fallecimiento, Ruby se encontraba en la discoteca Jetset, celebrando con su hija Sulin, a quien había aconsejado permanecer en su micrófono antes de que el techo del lugar colapsara, un accidente que ha dejado más de 113 muertos y 200 heridos. La conmoción fue palpable cuando Sulin, en un desgarrador llanto, expresó su dolor al perder a su padre, quien fue encontrado bajo los escombros, supuestamente cantando para ser rescatado.
La carrera de Ruby Pérez estuvo marcada no solo por su talento musical, sino también por su espíritu altruista. En 2005, salvó la vida de un joven tras un accidente automovilístico, demostrando su compromiso con los demás. Su legado perdurará en la memoria colectiva, no solo por su música, sino también por su capacidad de tocar corazones.
Artistas como Daddy Yankee y Wilfrido Vargas han expresado su tristeza ante la pérdida de un ícono del merengue. Vargas describió a Ruby como “el mejor cantante que ha dejado el género”, mientras que Eddie Herrera compartió su incredulidad y dolor por la partida de su amigo.
A solo dos semanas de haber celebrado el cumpleaños de su otra hija, Ruby deja un legado imborrable en la música y en la vida de quienes lo conocieron. Su voz, un regalo de Dios, resonará eternamente en el corazón de su pueblo y en la historia del merengue. Descanse en paz, Ruby Pérez.