**Título: “Santoro: el Filmus del 2025 y el Kicillofismo en la Mira”**
La política argentina arde y las comparaciones no se hacen esperar. En un último giro de la narrativa electoral, Silvia Lospennato ha desatado un torbellino de reacciones al calificar a Leandro Santoro como el “Filmus del 2025”. Esta declaración no solo enciende el debate sobre el futuro del kirchnerismo en Buenos Aires, sino que también plantea serias preguntas sobre la dirección política de la ciudad.
Santoro, quien ha sido candidato en varias elecciones previas, ha ido ganando terreno y adeptos, pero Lospennato advierte que su candidatura es una representación del kirchnerismo en declive. La legisladora enfatiza que la mayoría de los porteños no se identifican con este modelo político, sugiriendo que Santoro, a pesar de su estilo moderado y su discurso “razonable”, no logra escapar de la sombra del pasado kirchnerista.
La conversación se calienta cuando Lospennato recuerda las efusivas alabanzas de Santoro hacia Alberto Fernández, describiéndolo de manera casi mitológica. Esta mezcla de referencias, desde Atahualpa Yupanqui hasta Freddie Mercury, subraya la complejidad de la imagen pública que Santoro intenta proyectar. Sin embargo, la crítica se centra en cómo esas palabras contrastan con la percepción generalizada del desastre económico y social que ha marcado la era kirchnerista.
Mientras las encuestas favorecen a Santoro, Lospennato lanza una alerta sobre la posibilidad de que el kirchnerismo asuma el control de la legislatura porteña, un hecho que podría influir en decisiones cruciales para el día a día de los ciudadanos. La propuesta de “que el que rompe, paga” resuena en un contexto donde la frustración por las manifestaciones y su impacto en el espacio público es palpable.
En este clima tenso, la política de Buenos Aires se encuentra en una encrucijada. La figura de Santoro, como el nuevo Filmus, sugiere que el pasado aún tiene un fuerte eco en el presente, y los ciudadanos deben decidir si están dispuestos a seguir ese camino o trazar uno nuevo. La pregunta es clara: ¿será Santoro el líder que necesita Buenos Aires, o solo un reflejo de una era que muchos desean dejar atrás? La respuesta se empieza a gestar en las calles y en las urnas.