El asesino, en un relato desgarrador, explica que Valeria fue víctima de un sistema cruel donde la traición y el miedo son moneda corriente. Asegura que el verdadero horror comienza mucho antes del disparo; radica en las decisiones que llevaron a ese fatídico momento. “El miedo te convierte en cómplice”, confiesa, mientras revela cómo recibió instrucciones y fotografías de la víctima, a la que miró por última vez con una mezcla de compasión y culpa.