Un escándalo sacude las tablas del teatro en México: el reconocido actor Pablo Montero se enfrenta a graves acusaciones tras agredir a su compañero Enrique Madrid en pleno agradecimiento de una función. Todo ocurrió en Tuxla Gutiérrez, donde los actores se preparaban para salir al escenario. Según el relato de Madrid, Montero, visiblemente alterado, le propinó un puñetazo en la mandíbula, desencadenando una violenta confrontación que obligó a los técnicos y bailarines a intervenir y separarlos.
El incidente ha revivido el debate sobre la salud mental y el comportamiento errático de Montero, quien ha tenido antecedentes de conflictos similares. Madrid, en su declaración, sugiere que Montero podría haber estado bajo la influencia de sustancias, lo que agrava la situación. En un intento por aplacar el escándalo, Montero ofreció una disculpa pública en el escenario, pero muchos consideran que fue más un intento de limpiar su imagen que un verdadero reconocimiento de su conducta violenta.
La producción de la obra ha salido a defender a Montero, afirmando que no tomará medidas disciplinarias en su contra, lo que ha generado un aluvión de críticas por parte del público y colegas de la industria. Mientras tanto, Enrique Madrid no descarta la posibilidad de emprender acciones legales contra Montero, sintiendo que su integridad ha sido vulnerada.
Este escándalo plantea interrogantes sobre la cultura de la violencia en el arte y la protección que gozan algunas figuras públicas. La comunidad teatral observa con atención cómo se desarrollará este conflicto y si finalmente habrá justicia para la víctima de esta agresión. La presión social podría forzar a la producción a reconsiderar su posición y actuar en consecuencia. La historia continúa desarrollándose, y el desenlace es incierto.