**HARFUCH entra a Michoacán tras el asesinato del alcalde SALVADOR BASTIDA**
En una escalofriante madrugada, el alcalde de Tacámbaro, Salvador Bastida García, fue asesinado a sangre fría a las afueras de su hogar. Este brutal ataque, donde más de 30 balas impactaron su vehículo, ha desatado una ola de conmoción e indignación en Michoacán. La llegada del jefe de la policía capitalina, Omar García Harfuch, a la escena del crimen a primera hora de la mañana, dejó claro que el gobierno federal está decidido a tomar el control total de esta investigación.
El alcalde, quien había sido emboscado tras una reunión privada, fue abatido junto a su escolta en lo que se considera un asesinato meticulosamente planeado. Las primeras indagaciones indican que Bastida había sido seguido por individuos no identificados y que su muerte no fue un simple acto de violencia, sino un mensaje y una advertencia en un contexto de corrupción arraigada en la región.
Harfuch, conocido por su enfoque implacable contra el crimen organizado, se movió con determinación en la escena, ordenando la recolección de pruebas sin contaminar la escena del crimen. Sus primeras acciones incluyen el acceso inmediato a los dispositivos del alcalde y un análisis exhaustivo de sus movimientos financieros, revelando una posible red de corrupción vinculada a figuras locales y estatales. La situación en Tacámbaro se intensifica, y los rumores de complicidad entre autoridades y grupos delictivos crecen a medida que la investigación avanza.
Mientras el pánico se apodera de la comunidad, Harfuch se compromete a llevar la verdad a la luz, enfrentando no solo a los responsables materiales del asesinato, sino también a una red política que lleva años operando en la sombra. La atmósfera es tensa; la presencia de Harfuch y su equipo de inteligencia han generado un clima de temor entre quienes, hasta ahora, han vivido en la impunidad.
Hoy, el pueblo de Tacámbaro no solo llora por su alcalde, sino que también observa con atención cómo se desarrolla una investigación que promete desmantelar un entramado de corrupción que muchos han querido mantener oculto. La muerte de Salvador Bastida García ha encendido una chispa de justicia que podría cambiar el rumbo de la política en Michoacán. Harfuch está en movimiento, y su misión está clara: hacer que la verdad prevalezca, sin importar el costo.