La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, fue recibida con una abrumadora pitada y gritos de “¡mamarracha!” durante su llegada a Sevilla para presentar las nuevas obras del metro. Este incidente, ocurrido en plena calle, ha captado la atención de las redes sociales, donde se ha vuelto viral en cuestión de horas. Los abucheos fueron tan notorios que es imposible minimizarlos, a pesar de que desde el Partido Socialista intentan restar importancia al asunto, asegurando que los manifestantes eran solo un puñado de personas y sugiriendo, sin pruebas, que podrían ser simpatizantes del Partido Popular.
Montero no pudo siquiera dirigirse al público antes de ser interrumpida por el descontento palpable de los asistentes. Este episodio no es un caso aislado; en las últimas semanas, varios ministros han enfrentado la misma hostilidad en actos públicos, reflejando un creciente desgaste político del gobierno. En comunidades como Andalucía, el apoyo al Partido Socialista se ha erosionado notablemente, evidenciando un clima de hartazgo entre los ciudadanos.
La escena, que ha trascendido el ámbito local, simboliza un descontento generalizado hacia un gobierno que, acorralado por escándalos y críticas, parece blindarse ante la opinión pública. Los gritos de “mamarracha” resuenan como un eco de la frustración ciudadana, un recordatorio de que la política está cada vez más alejada de las necesidades y preocupaciones del pueblo.
El acto, que prometía ser una presentación de infraestructura, se transformó en un escenario de protesta, subrayando la tensión creciente entre el gobierno y la ciudadanía. Las imágenes de este episodio están circulando rápidamente, capturando la atención de un país que observa con inquietud el rumbo de su administración.