**Titular: “¡Escándalo en Canal 13! Gritos y acusaciones desatan una tormenta en el programa de Viviana Canosa”**

El estudio de Canal 13 se convirtió en un verdadero campo de batalla durante el último episodio de “Viviana en vivo”. Lo que comenzó como un debate sobre comentarios polémicos de un streamer, rápidamente se transformó en un intercambio de insultos y acusaciones que cruzaron todos los límites del respeto. Los panelistas Débora De Amato y Mariano Roa se enzarzaron en una discusión encendida que dejó a todos los presentes atónitos.

“¡Sos un maleducado! ¡Sos un violento!”, gritó De Amato, mientras Roa no se quedó atrás, lanzando acusaciones de gordofobia, antisemitismo y misoginia. La tensión escaló a niveles insostenibles, desdibujando la línea entre un debate saludable y un ataque personal. La conductora, Viviana Canosa, intentó sin éxito recuperar el control de su programa, que se había convertido en un ring de gritos.

El detonante fue la controversia en torno a los comentarios de Pedro Rosenblad, pareja de la actriz Lali Espósito, que algunos consideraron gordofóbicos. La discusión se intensificó cuando Roa sugirió que los comentarios también tenían un trasfondo antisemita, lo que llevó a De Amato a defender su postura con vehemencia. “Dejame hablar, ¡no sobreactúes!”, se escuchó en medio del caos.

Las redes sociales estallaron tras el incidente, con usuarios dividiéndose entre quienes apoyaron a De Amato y quienes criticaron a ambos panelistas por su falta de respeto. La pregunta que queda en el aire es: ¿hasta dónde puede llegar un programa de televisión antes de que la violencia verbal se normalice?

Este escándalo no solo pone en tela de juicio la responsabilidad de los panelistas y de la producción, sino que también reabre el debate sobre el rol de la televisión en la sociedad argentina. En un mundo donde el entretenimiento parece priorizar la polémica sobre el análisis, el costo de este espectáculo puede ser demasiado alto. ¿Habrá consecuencias reales tras este episodio o quedará en el olvido? La audiencia está atenta, esperando respuestas.