Durante la retransmisión en directo del programa “Vive San Fermín” de Radio Televisión Española, un grupo de manifestantes interrumpió la conexión con una contundente protesta contra el presidente del gobierno, Pedro Sánchez. En un momento de creciente tensión social, los ciudadanos gritaron “¡Sánchez, hijo de p…!” mientras la reportera intentaba realizar una entrevista tras el encierro, evidenciando el descontento generalizado con la percepción de parcialidad de la cadena pública.
La escena, que debería haber sido un simple reportaje, se transformó en un clamor colectivo que resonó en todo el país. Las protestas, aunque pacíficas, reflejan un profundo malestar con lo que muchos consideran un sesgo evidente en la cobertura informativa de RTVE, percibida como un portavoz del Ejecutivo en lugar de un medio imparcial. Esta situación no es aislada; ya en los Sanfermines de 2023, RTVE se encontró en medio de un torbellino de críticas por su falta de neutralidad.
José Pablo López, presidente de RTVE, ha denunciado el acoso a sus reporteros, pero se ha negado a reconocer que este rechazo proviene de una pérdida de legitimidad en la confianza pública hacia el medio. Los ciudadanos no atacan a la reportera, sino que repudian lo que ella representa: un gobierno que, según ellos, ha fallado en sus promesas y ha silenciado voces críticas.
Este incidente pone de relieve un fenómeno alarmante en la sociedad española, donde la desconfianza hacia los medios de comunicación estatales crece a pasos agigantados. Las imágenes de la protesta se han vuelto virales, capturando la atención de un público que exige transparencia y objetividad. La crisis de credibilidad de RTVE es más que evidente, y el eco de las voces en San Fermín resuena como un llamado de alerta para la democracia en España.