El homenaje a Miguel Ángel Blanco en Valencia se ha convertido en un campo de batalla político, desatando una ola de indignación y tensión. Este acto, conmemorando el 28º aniversario del asesinato del concejal por ETA, estuvo marcado por la controversia cuando varias diputadas socialistas, Mercedes Caballero y Alicia Andújar, se negaron a aplaudir tras la lectura de un manifiesto que criticaba duramente a Bildu, el socio político del gobierno de Pedro Sánchez.
El manifiesto, emitido por la Fundación Miguel Ángel Blanco, acusó a Bildu de ser el brazo político de la banda terrorista ETA, señalando que sus testaferros tienen más poder que nunca debido a los pactos con el gobierno. Esta crítica resonó fuertemente entre los familiares de las víctimas del terrorismo, quienes expresaron su indignación al ver a las diputadas socialistas desairar el homenaje.
La tensión escaló cuando los familiares de los asesinados por ETA increparon a las diputadas, exigiéndoles que abandonaran el acto si no estaban dispuestas a rendir homenaje a Blanco como se merecía. La escena se tornó aún más emotiva con el abrazo entre el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, y Carlos Cas, hermano de una de las víctimas, subrayando el contraste con la actitud de las representantes socialistas.
Este incidente pone de relieve las profundas divisiones que persisten en la política española y cómo el pacto del PSOE con Bildu sigue generando controversia en actos simbólicos. La falta de respuesta del Partido Socialista ha herido a muchas familias, que consideran que su silencio es una afrenta a quienes sacrificaron sus vidas por la libertad. La situación es un recordatorio escalofriante de que el pasado aún pesa en el presente político de España.