La Reina Sofía de España ha sido vista devastada y en lágrimas, tras la alarmante noticia del grave deterioro de salud de su hermana, la Princesa Irene de Grecia. En un verano que prometía ser de descanso, la madre del rey Felipe VI se enfrenta a una de las pruebas más duras de su vida. Este 10 de julio, las infantas Elena y Cristina confirmaron que la situación de Irene es crítica, lo que ha llevado a Sofía a modificar drásticamente su agenda veraniega en Palma de Mallorca.
A sus 86 años, la reina ha estado al lado de su hermana, quien presenta un deterioro físico y cognitivo que requiere atención constante. Fuentes cercanas revelan que la salud de Irene es frágil y que su estado ha tocado profundamente a la familia real. En un momento de vulnerabilidad, Sofía no ha podido contener las lágrimas, reflejando la angustia que sienten por la situación de la tía Pecu, como cariñosamente se le conoce.
A pesar de la tristeza, las infantas han tratado de convencer a su madre de que tome un respiro y mantenga su viaje a Marivent, aunque este será más breve y discreto que en años anteriores. La reina ha decidido no participar en actos públicos ni encuentros con medios, priorizando el cuidado de su hermana sobre todo lo demás. Este verano, marcado por la introspección y la preocupación familiar, es un recordatorio de que incluso las figuras más emblemáticas enfrentan momentos de vulnerabilidad.
La relación entre Sofía e Irene ha sido siempre entrañable, y ahora, en estos momentos difíciles, la reina se aferra a cada instante a su lado. La comunidad está invitada a unirse en oraciones por la pronta recuperación de la Princesa Irene, mientras la familia real navega por estas aguas turbulentas. La humanidad y la conexión familiar brillan en medio de la adversidad, recordándonos que, al final, todos somos vulnerables.