La salud de la locomotora Oliveras, una figura emblemática del deporte argentino, se encuentra en un estado crítico tras sufrir un accidente cerebrovascular (ACV) que ha dejado al país en vilo. Sin embargo, lo que parecía ser un simple problema médico ha revelado un trasfondo alarmante que ha encendido la polémica: una reciente cirugía estética podría estar relacionada con su grave estado de salud.
Según informes, antes de sufrir el ACV, Oliveras se sometió a una lipotransferencia, un procedimiento que implica extraer grasa de una parte del cuerpo para implantarla en otra. Esta intervención, realizada con implantes mamarios, ha generado sospechas de mala praxis, especialmente después de que se revelara que la ex boxeadora viajó a Santa Fe con los drenajes aún puestos para asistir a un evento político. Las preguntas sobre la responsabilidad médica y la ética de permitir tal acción son cada vez más urgentes.
En el hospital, el parte médico es desolador: la respuesta neurológica de Oliveras es fluctuante y su vida corre peligro. Los médicos han advertido sobre el riesgo de que la grasa utilizada en la cirugía se haya endurecido y encapsulado, lo que podría haber contribuido a su ACV. La comunidad médica está dividida, y mientras algunos especialistas descartan una conexión directa entre la lipotransferencia y el accidente cerebrovascular, otros advierten sobre la negligencia del postoperatorio.
Las redes sociales se han llenado de comentarios de apoyo y preocupación. Muchos expresan su indignación por la falta de control en los procedimientos estéticos y la responsabilidad compartida en este trágico desenlace. La historia de la locomotora Oliveras ha puesto de relieve un problema más amplio en la atención médica y la obsesión por la estética, dejando a muchos preguntándose: ¿quién es realmente responsable de su estado? Mientras la nación reza por su recuperación, la incertidumbre sobre lo ocurrido sigue creciendo.