En un giro alarmante de los acontecimientos, aviones de combate ucranianos han cruzado el espacio aéreo de Rumanía, buscando refugio ante un ataque masivo de Rusia. La noche del 20 al 21 de julio de 2025, Rumanía se convirtió en un escenario inesperado de la guerra, cuando varios cazas Sukhoi Su-27, pertenecientes a la Fuerza Aérea Ucraniana, se vieron obligados a aterrizar en aeródromos rumanos para escapar de la lluvia de misiles y drones lanzada por el ejército ruso.
Las imágenes de un Su-27 ucraniano surcando los cielos rumanos han causado revuelo. El Ministerio de Defensa de Rumanía confirmó la incursión, señalando que estos aviones se refugiaron en su territorio para evitar ser destruidos por el ataque ruso, que involucró casi 500 dispositivos de asalto. Sin embargo, fuentes ucranianas sugieren que Rumanía no solo ofrece refugio, sino que se ha convertido en un bastión estratégico para los cazas ucranianos.
La situación se complica aún más, ya que se ha revelado que los aviones ucranianos no solo se ocultan en Rumanía, sino que también utilizan aeródromos en Polonia. Este movimiento táctico ha dificultado los esfuerzos rusos para desmantelar la flota aérea de Ucrania, que ahora opera desde bases seguras en territorio de la OTAN. La implicación de que la Alianza Atlántica está proporcionando apoyo logístico a Ucrania plantea serias preguntas sobre la escalada del conflicto y la seguridad en la región.
Los expertos advierten que esta dinámica podría intensificar las tensiones entre Rusia y la OTAN. Mientras los ucranianos continúan defendiendo su soberanía, el hecho de que sus aviones se encuentren en bases de la OTAN podría considerarse un acto provocador por parte de Moscú. Con cada día que pasa, la guerra en Ucrania se adentra en un territorio más peligroso, y la comunidad internacional observa con creciente preocupación el desenlace de esta crisis.