La muerte de Alejandra “Locomotora” Oliveras ha dejado una profunda huella en el mundo del boxeo y ha encendido alarmas sobre la salud de su eterna rival, Marcela “La Tigresa” Acuña. En un conmovedor video que se ha vuelto viral, Acuña, visiblemente afectada, expresó su dolor y un miedo palpable que la persigue desde hace años: el temor a que el desgaste físico de su carrera le pase factura.
Oliveras, quien falleció a los 47 años tras sufrir un accidente cerebrovascular, se despidió de este mundo con una serenidad inquietante que resonó en los corazones de muchos. En su última entrevista, habló sobre la vida y la muerte con una claridad que ahora parece un presagio. “Te podés morir en un rato o te morís en un sueño”, dijo, palabras que hoy retumban en la mente de Acuña.
La Tigresa, quien ha compartido un intenso camino de rivalidad y respeto con Oliveras, no pudo contener las lágrimas al recordar a su colega. “Eso me dejó helada”, confesó a su círculo cercano, revelando que está considerando someterse a estudios médicos por los intensos dolores de cabeza y la pérdida de concentración que ha estado ignorando. La muerte de Oliveras ha sido un llamado de atención, un espejo que refleja un futuro incierto que Acuña no puede ignorar.
En el ambiente del boxeo, el costo físico de las peleas es un secreto a voces, pero pocos se atreven a hablar de ello. Acuña, ahora enfrentando su propia vulnerabilidad, se encuentra en un ring vacío, cuestionándose sobre su destino. Mientras el público rinde homenaje a Oliveras con flores y lágrimas, la Tigresa enfrenta una batalla interna contra el miedo, un adversario que no se puede ver ni tocar, pero que es tan real como cualquier rival en el cuadrilátero.
La comunidad del boxeo está en shock, y la pregunta persiste: ¿qué significa realmente pelear, no solo en el ring, sino en la vida misma? La historia de Acuña y Oliveras es un recordatorio desgarrador de la fragilidad de la vida y la urgencia de valorar cada momento.