El Padre Luis Ángel González, apodado Padre Pistolas, fue un hombre que transformó el altar en un escenario de denuncia social. Durante años, sus homilías incendiarias y su estilo directo sacudieron los cimientos de la Iglesia Católica, mientras que su activismo social le granjeó tanto admiradores fervientes como detractores acérrimos. Desde su primera misa hasta sus críticas abiertas a la hipocresía del clero, nunca dudó en hablar claro en un país marcado por la violencia y la desigualdad.