Una oscura verdad ha salido a la luz sobre el cine de oro mexicano: siete ic贸nicas estrellas, cuya brillantez cautiv贸 al mundo, ocultaron una vida desgarradora marcada por el miedo y el silencio. En un contexto donde ser diferente era un pecado, estos artistas vivieron atrapados en una doble vida, obligados a esconder su verdadera identidad. La epidemia del SIDA cobr贸 sus vidas sin compasi贸n, dejando tras de s铆 un legado de rumores y soledad.
Entre ellos se encuentra Enrique 脕lvarez F茅lix, quien, a pesar de ser hijo de la famosa Mar铆a F茅lix, vivi贸 en la sombra, su muerte en 1996 oficialmente atribuida a un infarto, aunque sus allegados saben que el SIDA lo consumi贸 lentamente. Rodrigo Puebla, un actor de reparto cuya vida privada fue un misterio, fue encontrado muerto en 1993; se rumoraba que hab铆a sido v铆ctima del mismo virus que la industria se neg贸 a reconocer. Agust铆n Isunza, Jorge Mistral y Carlos Navarro tambi茅n vivieron el mismo drama, con muertes que fueron despojadas de sus verdades, escondiendo diagn贸sticos para proteger sus im谩genes.
Incluso el legendario Alfredo Gil, de Los Panchos, y la enigm谩tica Maric Olivier, sufrieron en silencio, con sus muertes rodeadas de oscuridad y secretismo. La industria del cine mexicano, que aplaud铆a su talento, los conden贸 al ostracismo por ser quienes realmente eran.
Esta revelaci贸n no es solo un eco del pasado, sino un llamado urgente a recordar a estos artistas no solo por sus papeles en la pantalla, sino por las vidas que llevaron y los secretos que se llevaron a la tumba. Es tiempo de rendir homenaje a sus historias, de romper el silencio que ha perdurado durante d茅cadas y de reconocer que detr谩s del esplendor del cine de oro, hay sombras que merecen ser iluminadas.