¡ESCÁNDALO EN MEDIO DE LA POLÍTICA COLOMBIANA! El presidente Gustavo Petro ha desatado una ola de controversia al confundir el emblemático edificio Coltejer de Medellín con el de Avianca en Bogotá durante un discurso en la Plaza de Alpujarra. Pero esto es solo la punta del iceberg. En un evento que se suponía celebraba la reforma laboral y promovía la paz urbana, Petro utilizó recursos públicos para inflar la asistencia, trayendo a capos de bandas criminales desde la cárcel de Itagüí, lo que ha llevado a muchos a preguntarse si está utilizando delincuentes y dinero del Estado para simular apoyo popular.
La confusión geográfica del presidente es alarmante y refleja una desconexión total con la realidad. Su declaración, que mezcló edificios y ciudades, ha sido interpretada como una muestra de su falta de conocimiento sobre el país que gobierna. Mientras tanto, la presencia de figuras delictivas en su evento ha despertado serias preocupaciones sobre el vínculo entre el gobierno y el crimen organizado. Investigaciones revelan que Petro está corrompiendo territorios enteros bajo la promesa de una falsa paz, consolidando su poder con el apoyo de quienes han sembrado terror durante años.
Denuncias recientes indican que el gobierno ha gastado más de 2,600 millones de pesos en buses, refrigerios y logística para atraer a personas a sus eventos, utilizando tácticas de manipulación que han dejado a muchos ciudadanos confundidos sobre su participación. “No entiendo por qué estoy aquí”, confesó una asistente, evidenciando la coerción detrás de estas movilizaciones.
La situación es crítica. La alianza de Petro con figuras cuestionadas y su estrategia de manipulación del apoyo popular son una ofensa para Medellín y un indicativo del creciente autoritarismo en su gobierno. Colombia se encuentra en un punto de quiebre, y es hora de que la ciudadanía alce la voz. ¡La democracia está en juego!